Abrí los ojos
Frente aquel enorme espejo que presidia aquel enorme baño, me encontré reflejada en él, a una mujer distinta a aquella que un día pensó que su gran finalidad era obtener, un buen trabajo, un hogar, una familia, en resumen, una vida feliz. Había estado llena de buenos y por supuesto, no tan buenos momentos, imagino que como la de otras tantas mujeres. Una vida intensa, llena del mejor regalo que esta te puede proporcionar, tres hermosos hijos y como no, en estos tiempos que corren un buen hombre.
¿Qué o quién hace que cambie el rumbo de una vida, una vida llena de esfuerzo, dedicación y trabajo?, ¿cómo y porque cambian las prioridades en la vida?, ¿cómo eres capaz de dejar escapar entre tus dedos la riqueza material?, todo por lo que luchaste en la vida, y, ¿a cambio de qué?
Abrí los ojos
Y vi un bebe.
Lo llevaba entre sus minúsculos y débiles brazos, tenía su rostro demacrado, fruto de su fuerte
inanición, él bebe no era menos dantesco, no llevaba ni pañal. A sus piernecitas diminutas le asomaba una camiseta enrollada para contener sus orines y heces. Por un momento pensé soñar, es imposible pensé. Volví de nuevo a aterrizar y con su dulce voz pidió por favor leché para ese bebe que llevaba un largo día de verano con treinta grados a la sombra sin comer. Casi todavía sin dar crédito a lo que mis ojos veían, corrí a buscar algo para poder ayudarle.
Abrí los ojos
y conocí al que siente miedo. Guapa, joven con cuatro hijos que más se puede pedir a la vida. Algo que no hay que pedir pues nadie merece, que no te peguen. Tras su hermosa trenza escondía los golpes fruto de un ser irracional, que no merece ni el calificativo de ser, mucho menos de humano y ni qué decir de hombre. ¿Qué pecado cometí, preguntaba?, pero a la vez imploraba y suplicaba silencio. Que duro no poder hacer lo que una hubiese querido, coger al individuo por la solapa y explicarle la clase de bestia que hace eso.
¿Cómo curar las heridas tan grandes que produce el maltrato? No son heridas en el cuerpo solo las que transmiten, son heridas en el alma que cuestan mucho cerrar, y a veces les cuestan la vida. ¿Por qué?, el que te juro amor eterno, el que te tuvo entre sus brazos, el que te dio hijos, el que juro respetarte. ¿Por qué quiere matarte?,¿por qué a vuestro bien más preciado, los hijos les insulta, los veja y los agrede?, como explicarle lo inexplicable.
Abrí los ojos
Y vi aquel niño que pasa hambre, que llora, que muerde si le quitas ese mendrugo de pan, que es lo que le han podido dar sus padres.
Abrí los ojos
Y vi aquella mujer joven que solo sabe prostituirse para alimentar a su hija, aquella, si, la misma a la que su padre un día de niña ya de ella abusaba, aquella que de joven un grupo de los que ella consideraba sus amigos violo, si, aquella a la que todos rehuyen a la que todos critican, a aquella que la sociedad etiqueto, pero nunca protegió.
Abrí los ojos
y vi aquella mujer durante años encerrada, fruto de su gran depresión, al ver un marido en paro y unos hijos enfermos.
Abrí los ojos
y vi a una anciana, sola, sin amor, pese a tener una familia. Pasando penurias y ataques casi a diario.
¿Esto es el premio a una gran madre y abuela? Buena, cuando ha sido necesaria, pero ahora, una gran molestia, un estorbo, un peso y una lacra.
¿Dónde están esos hijos que no recuerdan cuantas noches paso en vela?, acunándoles entre sus brazos, cuantas veces les limpio esos culitos, cuantos cuentos interminables, cuantos sufrimientos al llegar a la pubertad, cuantas horas dedicadas al estudio, cuantos, ¿qué hora es que no ha llegado?,¿cuantas tardes de parque con los nietos?
¿Alguien cree que se le podrá devolver a esta anciana las horas que ella dedico? Solo necesita llegar al final acompañada, sintiéndose querida, arropada y no como un trasto viejo e inútil que olvidamos en un desván.
Abrí los ojos
Y vi un mundo infeliz, un mundo que solo cree en la fuerza del dinero, el materialismo, tanto tienes, tanto vales. Un mundo al que no le importa ver a un ser humano dormir entre cartones, a un niño sobre un montón de basura entre ratas, un mundo sin comprensión, sin esperanza, sin valores, sin tolerancia, sin solidaridad, en resumen, sin amor.
Abrí los ojos
Y vi que esa mujer en la que creí ya no la quería para mí. No quería un chalet en una urbanización de lujo, un cochazo, un vestido de marca y una cuenta bancaria con muchos ceros.
Solo quería cambiar e intentar cambiar el mundo, ser Mujer en el más amplio espectro de la palabra, la única capaz bajo la capa de la tierra de dar vida, la fuerza motriz de la familia, la dulzura personificada, la sensibilidad hecha realidad. Luchar por preservar a todas de cualquier penalidad, maltrato o vejación y como no, en la esencia más pura de la mujer luchar por nuestro futuro » nuestros niños».
Abrí los ojos
Y vi ante mi lo que quería, esa mujer incansable, luchadora, emprendedora, transgresora, capaz de todo por obtener el fin.
Por fin, el sentimiento de sentirse realizada como mujer, saber que conseguiremos un mundo mejor para que nadie nunca se encuentre solo y abandonado, que siempre encontrará una mano amiga extendida esperando llorar y reír juntos, crecer y morir sin estar solo, permanecer siempre unidos en la lucha, por un mundo donde el ser humano sea considerado por lo que es » la obra maestra de la creación» y la mujer, por supuesto la portadora de esa obra, por lo tanto, templo sagrado e inexpugnable de la vida. Donde nunca nadie se atreva a dañar o vilipendiar.
Abrí los ojos
Y vi las ganas de haceros abrir los ojos para ver.